miércoles, 24 de octubre de 2012

TIPOS DE PODAS


Dependiendo de su fin, las operaciones de poda pueden clasificarse en: podas de limpieza; podas de formación; podas de mantenimiento; y podas de renovación. 

Las podas de limpieza, son el conjunto de operaciones de poda, cuyo objetivo fundamental es la eliminación de elementos y formaciones, que por la razón que sea, resulten no deseables en el árbol. Básicamente, esto supone la supresión de: chupones no aprovechables; ramas o partes del árbol o arbusto muertas, secas, enfermas o dañadas; ramas mal orientadas o que enmarañen la copa; y ramas muy próximas entre sí o al eje. 

Es importante tener presente que todas estas operaciones son necesarias en todos los árboles y arbustos, cualquiera que sea su edad, especie, tamaño y situación. Es un tipo de poda que no excluye la aplicación en cada caso, de otros tipos de poda, pero que en ocasiones, puede convertirse en la única a realizar durante un cierto número de años. Para el podador, la poda de limpieza debe ser una práctica casi intuitiva, a realizar siempre en todos los árboles o arbustos, como un primer paso al empezar a podar; y de hecho una planta puede considerarse bien cuidada, cuando no precisa operaciones de limpieza.  

Aunque estas operaciones se pueden realizar en cualquier momento del año, ya que siempre sus efectos beneficiosos superan a sus posibles inconvenientes, el momento idóneo es el final del invierno y del periodo de reposo, después de superados los fríos intensos y antes de la brotación, es decir, de mediados de febrero a finales de marzo. En las zonas mediterráneas más cálidas y de inviernos suaves y sin heladas, las podas de limpieza pueden hacerse durante todo el periodo de reposo, entre mediados de noviembre y primeros de marzo, con lo que en estas zonas se dispone de más tiempo para realizarlas en buenas condiciones.

En jardinería normal las podas de limpieza son, muchas veces, las únicas que se practican. Los restantes tipos de poda, pueden ser ocasionales o contratarse aparte, pero las podas de limpieza son parte esencial del mantenimiento normal y deben constituir un hábito continuo en un profesional de la jardinería. 

Las denominadas corrientemente podas de formación, son el conjunto de operaciones de poda cuyo objetivo sea conseguir una determinada forma o mantener ésta una vez conseguida. En las especies frutales, una vez formadas, se pretende a veces con la poda establecer elementos productivos o mantenerlos a lo largo del tiempo: a estas podas se las llama de fructificación.Pero en las especies que no son frutales, puede darse el caso que sea preciso aplicar operaciones de poda específicas solamente para mantenerlas en buen estado; a estas podas se las puede denominar en la práctica normal podas de mantenimiento. 

Por último, se llaman podas de renovación (o rejuvenecimiento) a aquellas mediante las cuales se eliminan partes o elementos envejecidos del árbol o arbusto, para sustituirlos por otros nuevos y más jóvenes. 

Muy frecuentemente se identifican las podas de formación con las de las plantas jóvenes; las de mantenimiento con las de plantas adultas; y las de renovación con las de plantas viejas. Técnicamente esta identificación es errónea, y en la realidad, en la poda de una planta, cualquiera que sea su edad, se dan cortes cuyo objetivo es la formación, otros de mero mantenimiento y otros para renovar sus elementos. En consecuencia, todos los tipos de poda citados pueden coexistir en un mismo pie, si bien es cierto que normalmente el porcentaje de cortes de formación es mayor en pies jóvenes, el de cortes de mantenimiento en pies adultos y que en pies envejecidos son más numerosos los cortes de renovación.

LA PODA ORNAMENTAL

Definición y motivos de la poda de plantas ornamentales    La poda se puede definir como la supresión de cualquier parte de la planta (hojas, ramas, raíces, yemas, flores, etc) realizado según el criterio del cultivador con el fin de obtener un resultado determinado en lo referente a seguridad, salud, estética o productividad de la planta.  En las plantas ornamentales los fines estéticos suelen referirse a tamaño, forma y producción de flores y/o frutos.

   En principio las plantas no necesitan de la poda. En la naturaleza las plantas viven y se perpetúan perfectamente sin necesidad de ella. Nosotros las podamos para que se adapten a nuestros gustos o necesidades: para que den más flores o más bonitas, fructifiquen más, tengan una forma o tamaño determinado, no sean peligrosas, etc.

   Por lo tanto toda poda persigue un objetivo y para conseguirlo, la poda tiene una serie de técnicas adecuadas, unas son generales y otras concretas según la especie, fenología, estado, etc. Se comprende pues que no se debe podar por podar ni tampoco hacerlo si no se conoce la técnica adecuada para ese fin y esa especie. Es mejor no podar que hacer una mala poda.

   De hecho, en general, la poda no es beneficiosa para la planta. Al contrario, los cortes son heridas por donde pueden entrar parásitos y agentes infecciosos. Y no hablemos de las podas mal hechas, por ser a destiempo o por eliminar demasiado volumen de la planta. Tan solo la eliminación de madera muerta y la supresión de partes enfermas o dañadas pueden considerarse como claramente beneficiosas para las plantas.

   Las plantas ornamentales, a las que se refiere en todo momento este tema, son plantas que cultivamos por valores generalmente estéticos, por ello su poda puede diferir bastante de la poda de otros tipos de plantas, tales como los frutales de producción o los árboles maderables.